viernes, 4 de febrero de 2011

Un vacío multisensorial

Pocas experiencias en la vida tienden a ser multisensoriales. Eso se debe, quizás y en parte a que inconscientemente las evitamos porque, admitámoslo, pueden resultar amenazantes. Pueden significar abandonar la cómoda posición de los estímulos ya de por sí pre programados: las imágenes en la televisión, los sonidos de la radio, los olores revueltos de la ciudad.

Vacío, puesta en escena del grupo Abya Yala, trasciende la frontera de lo unisensorial y se aventura en un espectáculo en donde hay mucho que ver, oír, sentir y digerir. Al mismo tiempo. Desde la disposición de la sala hasta las luces, todo atraviesa la particularidad individual de cada espectador con una fuerza de huracán. No hay espacio para sutilezas, y por dicha que es así: la temática del montaje no puede permitirselo.

Vacío habla sobre las mujeres. O sobre lo que es ser mujer, lo que ha sido y tal vez, lo que será. Habla sobre esa injusticia histórica que le ha otorgado a las féminas la posición de ser siempre vistas a través de otros ojos, de otras miradas de esas que juzgan. Habla de la represión impuesta contra el deseo sexual y la libre exploración del cuerpo, de la falta de reconocimiento hacia la intrincada maravilla de la líbido femenina. Sobre la carga que es la maternidad vista como una mera obligación cuasi-rutinaria. Acerca de la presión social por la imagen-manía y las líneas perfectas. Sobre la vista gorda colectiva ante la violencia doméstica y de género. Acerca de la "traición" de la madre y la transmisión de los mitos que castigan a las mujeres a padecer una vida llena de estereotipos y prejuicios sexistas. Sobre la desafortunada inevitabilidad de la subsistencia de esos mitos. De la locura como medio de control social.

Por todo esto Vacío es un reclamo amargo, brillantemente puesto sobre el escenario a través de los olores, sonidos, sabores y sensaciones que embargan al público. Magistralmente logrado gracias a la presentación de las contradicciones entre la cruda realidad y los simbolos icónicos populares (desde los boleros hasta Marilyn Monroe). Es un ácido recordatorio de que "no todo está bien", de que la equidad tiene razgos utópicos. De que la imagen de mujer-madrevirginal-putaenlacama es una triste reminiscencia de nuestra propia construcción social.

Atrévase a explorar el teatro multisensorial. Vaya a ver Vacío y déjese amenazar. Falta que nos hace a todos.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Es la primera vez que veo una puesta en escena de tal tamaño, y con esto no me refiero al espacio, sino a las muchas manifestaciones artísticas que conjuga. El texto y coreografías transportan al expectador y lo mantienen atento a cada movimiento, con el afán de no perderse de ¡nada! La interiorización y reflexión de lo que representa ser mujer y más aún, ser madre es inevitable, fue una experiencia hasta cierto punto perturbadora, pero riquísima. Al igual que usted la recomiendo por mucho.