viernes, 7 de agosto de 2009

Miopía cultural

Ortega: ¡Hemos de hacer hincapié en el tema cultural, y cuando hablo de cultura, hablo de una cultura con 'Q' mayúscula!

La anterior frase proviene de una de mis parodias favoritas creadas por Les Luthiers: (bis) Vote a Ortega (música proselitista). En ella, el candidato presidencial, Ortega, da un discurso ante sus seguidores previo a las elecciones nacionales. Y si bien es cierto la frase tiene matices comiquísimos, también lo es que de una u otra forma es un reflejo de una triste realidad latinoamericana, que me gusta llamar miopía cultural.

Pero ¿quién es que sufre de tal padecimiento visual? En primer lugar, los gobiernos. Y he de agregar: las políticas que ponen en práctica. Basta con tomar como ejemplo el mero asunto del enredo presupuestal. Nunca se destina el dinero suficiente como para incentivar la creación cultural autónoma y de calidad, en cualquiera de sus ramificaciones. Esto es algo cierto tanto en el gobierno central como en las administraciones municipales. Acá por supuesto estoy refiriéndome al caso costarricense, el cual tengo la oportunidad de vivir día a día. Sin embargo el asunto no varía mucho en otros países del continente, especialmente en aquellos donde en tiempos pasados duras dictaduras militares reprimían muchas de las manifestaciones culturales salidas de los pueblos.

Pero más allá de la manera en que se administra el dinero se encuentra también la actitud con la cual se asume la cuestión. Aquí debo aclarar que al hablar de cultura el término no se circunscribe únicamente a las manifestaciones artísticas, pues también debe tomarse en cuenta las diversas expresiones culturales que pueden existir en un país. Es bien conocido que la cultura "oficial" en Costa Rica es por mucho vallecentrista, es decir, que muchos de los ricos aportes de otras regiones del país han quedado siempre opacadas o dejadas en el olvido. Tal es el caso de la cultura afrocaribeña, o también el de la herencia indígena en nuestro territorio. Las leyes del país y los programas de estudio en el sistema educativo público son claros ejemplos de esta exclusión.

El tercer pilar de esta miopía severa tiene su asidero en la proliferación de los vicios propios de la política: corrupción, compadrazgos, prioritización de intereses personales o partidistas, ambiciones electorales... En los últimos meses hemos visto como esto se ha manifestado en el escenario nacional: renuncias en importantes puestos de las ramas culturales, el cierre del Moderno Teatro de Muñecos en la antigua aduana, el próximo desalojo de los artesanos de la calle 13bis y el completo olvido de la Ley de Desarrollo Autónomo de los pueblos Indígenas de Costa Rica, sepultada desde hace 15 años en algún rincón de la Asamblea Legislativa. Aunque aplaudo por ejemplo la iniciativa de los Martes al mediodía en el Teatro Nacional, la inconsistencia y contradicciones saltan a la vista.

Afectada por esta enrevesada administración de la cosa cultural, la gente anda por las calles como miope que ha perdido sus gafas, incapaz de ver más allá del bombardeo mediático y publicitario de la vida moderna. Cierto que hay esfuerzos que surgen de las iniciativas privadas, las asociaciones culturales o los grupos de creación independientes, pero estas muchas veces chocan con un gran muro conformado por todo lo mencionado en los anteriores párrafos.

Evidentemente no toda la responsabilidad debe recaer sobre el estado, esto significaría caer en el asistencialismo ya agotado luego de tantos años. Pero por otra parte el estado no debe ser agente entorpecedor en el proceso de empoderamiento del pueblo sobre su propio desarrollo cultural. He ahí la clave para corregir esta pesada y cansada vista nublada que nos entorpece el camino.




2 comentarios:

Sol dijo...

Me gusta la visión 20/20 que denota este artículo. Muy acertado su lápiz, muy elocuente su verbo.
Gracias.

José Morales dijo...

Muchas gracias por sus comentarios. Saludos