jueves, 11 de abril de 2019

Como la Lisboa de Wim Wenders

Al fondo suena una guitarra portuguesa.

"Pero es solo el río que es verdad" (creo) que dice la letra de la canción. Es hora de irse, pienso, pero no tengo ninguna razón de peso para convencerte. Cuando llueve de noche en Lisboa dos cosas ocurren con certeza: Las calles se ponen amarillas y tú, tú echas raíces.

De repente me dan ganas de pronunciar tu nombre: Catarina  - digo muy bajito, sin contenerme. Tu me alzas a ver y sonríes. Ya lo sé: No vamos a ninguna parte.

Cuando haces esas cosas (cierras los ojos y ni siquiera yo importo, tan solo los sonidos de la ciudad) me recuerdas tanto a la Lisboa que plasmó Wim Wenders en Lisbon Story. "El descubrimiento de la ciudad como metáfora del arte cinematográfico" escribió algún crítico infumable, al que me gustaría tener en frente para caerle a trompadas. Si te viera a ti, ensimismada mientras mueves la cabeza al ritmo del fado o del tranvía o de las olas del río (o de lo que sea) lo entendería todo sin necesidad de frases pretenciosas. 

También yo soy un infumable a veces, lo sé. Esta manía de ponerlo todo "como metáfora del arte cinematográfico" (mátenme) ahora te parece adorable, pero ¿Más adelante? Más adelante quizás te harte, no lo sé. Por ahora nos vemos solamente dos o tres veces al año en esta ciudad que es tuya, solo tuya. Te gusta jugar en cancha propia, me dijiste cuando nos conocimos. Y yo estoy bien con eso. 

¿O no? 

Siendo honesto, a veces quisiera que termine el juego de una vez por todas, pero no sé cómo buscarte para pedirte migajas de certeza. En otras ocasiones quisiera llegar a ser como el Philip de la película cuando decide dejar de buscar a Friedrich. Quisiera, como él, leer a Pessoa intensamente y comenzar a enamorarme del catálogo sonoro de la ciudad, sin que me importen tus ausencias prolongadas o tus ratos de abstracción. 

Y también hay días como hoy. Días en los que quisiera hacer una escena y salir tempestuosamente del restaurante, mientras grito que al carajo con todo, que al carajo contigo, que estoy harto, que no te quiero volver a ver nunca más. Pero tu me mirarías con algo de lástima, quizás con un dejo de condescendencia porque sabrías que todo eso, absolutamente todo eso, sería mentira. 

Porque es solo el río que es verdad. 


No hay comentarios.: