lunes, 17 de marzo de 2014

El periodo azul

Fue Angie la que terminó de convencerme de que el periodo azul de Picasso no tenía ninguna influencia en el título del album de 1953 "Blue Period" de Miles Davis. Supongo que mis amigos ya comenzaban a preocuparse por mi nivel de obsesión con el tema y le rogaron a la siempre sucinta y very british Angie que me diera un sacudón mental, cosa para la cual ella siempre encontraba las palabras exactas. Reconoció que la casualidad era muy grande, pero de inmediato remató con el argumento de que mi confusión se debía probablemente a la denominación anglosajona (blue period en ambos casos). Además, sin espacio para la consideración, me aseguró que inventar misterios o relaciones espurias entre dos grandes artistas no me iba a devolver a Jazmín. Le agradecí su laconismo y la acompañé a la puerta mientras le aseguraba que tenía razón, que dejaría el tema para siempre.

Yo nunca hablaba de Jazmín para no molestar a mis amigos y ese día me di cuenta de que en realidad eso era lo que los tenía inconformes, el que yo me sumergiera por largas horas en la internet o en las bibliotecas públicas sin buscar verdadero apoyo, el que dedicara mi vida a una infructuosa búsqueda que me alejaba de hablar de mis sentimientos. Cuando uno está inmerso en algo así uno sabe que está obrando mal pero aún así evita detenerse porque sabe que hay una inmensidad de tristeza a la cual hacer frente, como en "los pobres a orillas del mar", de Picasso. Los tres individuos tienen las caras agachadas, y atribulados evitan voltear a ver el océano. Alguna mierda así.

No sé, me llamarán terco pero yo sí aprecio la experiencia que esta búsqueda trajo consigo. De cierta forma fue mi retribución hacia Jazmín, que nunca dejaba de hablar de los "maestros", como si de veras los hubiera conocido, como si hubiera estado ahí durante la severa depresión de uno o la adicción a la heroína del otro. En fin, era una de sus tantas cosas a las que, lo sé ahora, no les di la importancia debida. No era mi intención buscar redención, sigo sin creer en esas cosas. Más bien intentaba yo reconstruir esa atmósfera que ella siempre quiso compartirme y que yo consideré superficial o incluso caprichosa, aunque evidentemente tomé los caminos equivocados.

O tal vez no.

Es cierto, nunca logré encontrar la relación directa entre una cosa y la otra, pero sí descubrí que se complementaban perfectamente. Por ejemplo no me cuesta nada imaginar a la "mujer melancólica" sentada ahí junto a esa ventana escuchando "Blue Room" una y otra vez sin cansarse, consumida por el azul envolvente y la melodía sinuosa. Así como a menudo le ocurría a Jazmín, o incluso a mí tiempo después de su partida. Recuerdo que durante mi frenética investigación escuchaba "Bluing" sin parar, hasta que un día descubrí que al final de la pieza (hay que prestar mucha atención) Art Blakey sigue tocando a pesar de que los demás se han detenido y se puede escuchar a Miles decir "You know that ending man, let's do it again" y la verdad no lo volvieron a hacer, el LP quedó grabado de esa forma, con ese maravilloso testimonio de la improvisación artística, sin segundas oportunidades. Entonces era fácil imaginar a  Pablo decirle al tal Casagemas, su amigo querido "¿sabes qué viejo? ¿Ese final, en el que te matas? Intentemoslo de nuevo, de otra forma", pero no sucede así porque no se puede cambiar el pasado y además el periodo azul nunca habría existido y Jazmín no habría encontrado excusas para quedarse por horas contemplando "la sopa" mientras esperaba que el efecto de la sobredosis de pastillas fuera más fuerte que las ganas de escuchar la trompeta de Miles hacer estragos sobre el tocadiscos.